HEROINA NACIONAL
CATALINA BUENDIA DE PECHO
CATALINA BUENDIA DE PECHO
HEROISMO DE LA GUERRILLERA IQUEÑA AFRO-PERUANA
20 NOVIEMBRE 1882
El 20 Noviembre 1882, se cumplio el aniversario de la inmolación heroica de Catalina Buendía de Pecho, una iqueña sobresaliente que luchó hasta la muerte en la infausta Guerra del Pacífico. La invasión chilena al Perú (1879 -1883) marcó con oprobio una lucha desigual. Los iqueños demostraron su rebeldía contra el ejército invasor y a pesar de la enorme diferencia logística y de preparación militar, se enfrentó al descomunal enemigo con armas rudimentarias pero con mucho valor y entrega.
20 NOVIEMBRE 1882
El 20 Noviembre 1882, se cumplio el aniversario de la inmolación heroica de Catalina Buendía de Pecho, una iqueña sobresaliente que luchó hasta la muerte en la infausta Guerra del Pacífico. La invasión chilena al Perú (1879 -1883) marcó con oprobio una lucha desigual. Los iqueños demostraron su rebeldía contra el ejército invasor y a pesar de la enorme diferencia logística y de preparación militar, se enfrentó al descomunal enemigo con armas rudimentarias pero con mucho valor y entrega.
La
historia oficial de nuestro país le ha dado poco espacio y credibilidad al
arrojo de esta mujer iqueña, campesina de piel oscura, quien no dudó en dar su
propia vida con tal de diezmar a los invasores.
Los
iqueños hemos transmitido oralmente parte de este capítulo de heroísmo ya que
existe mezquindad en reconocer los aportes de los hombres y mujeres pobres que
libraron una lucha desigual por ver libre de ataduras y yugos a la Patria.
Una
cerrada defensa a la participación de Catalina Buendía de Pecho ha escrito el Lic.
Jaime Uribe Rocha, en cuyo extenso artículo refiere: "se atrincheró con
sus huestes en el cerro de Los Molinos -aproximadamente a 12 kilómetros hacia
el norte de la ciudad de Ica- y ofreció una valerosa y épica resistencia a los
invasores chilenos, jamás igualada, en la historia de la patria". Y cierto
fue que, Los Molinos era paso obligado hacia los pueblos de la serranía y cuyo
acceso era vital para el ejército invasor. En este lugar se escribió los
desgarradores hechos de sangre y que, en victoriosa primera defensa de los
molinenses, se vio opacada luego por la traición de un ciudadano chino,
poblador del lugar, quien delató a los rebeldes, costando decenas de vidas de
hombres, mujeres, niños y ancianos que se atrincheraban en el lugar. Viendo
perdida la batalla, la heroica iqueña decide asumir una estratagema suicida:
envenenar a los invasores con una chicha lugareña, para lo cual ella consumió
primero la fatal bebida para evitar las sospechas de los enemigos:
"Imperturbable y serena Catalina Buendía, cogió la "chicha de
jora" (envenenada con las semillas de la fruta piñón) y diciendo con voz
altiva: señor, por vuestra gloria, la apuró tranquilamente y secando el pico
del objeto con sus manos la extendió al soldado".
Esta
lección de entrega y civismo nos ha legado Catalina Buendía de Pecho. 128 años
han transcurrido de la epónima fecha, sepan las nuevas generaciones que existen
valores que pueden guiarnos en la vida, siendo el ejemplo de esta mujer negra,
pobre pero íntegra, capaz del sacrificio para defender las causas de la Patria.
Casi nadie ha elevado una oración ni agradecimiento oficial por las enseñanzas
recibidas, pero queda el ejemplo de integridad, el sendero señalado para más
logros hacia nuestra tierra y sus gentes.
Este 20 de noviembre se cumplen 128 años del sacrificio heroico de Catalina Buendía de Pecho, grande heroína de la guerra con Chile, su hazaña es digna de la mujer peruana.
15.-Su hazaña es incomparable, digna de la mujer negra Catalina Buendía de Pecho. No claudicó de sus rebeldías ni depuso las armas ante el vencedor. Hizo algo más grandioso y más heroico: con el asta de nuestra propia bandera se atravesó el corazón y murió profiriendo palabras exaltadoras para nuestra patria y el pueblo iqueño ¡VIVA EL PERÚ!
Una mujer negra, joven, bella, una excepcional estatua de ébano del pueblo iqueño San José de los Molinos.digna esposa y de madre ejemplar.
La Historia Oficial acepta con desgano o regañadientes a Catalina Buendía de Pecho como una gran heroína de la Guerra con Chile, condenándola a ser un ente aislado, borroso y desprendido del conjunto histórico de la patria. ¿Por qué hasta la fecha no se le rinden los honores que se merece? ¿Por ser una mujer negra, su sacrificio no tiene el mismo valor de nuestros héroes de la Guerra con Chile?
Su actividad principal se desarrolló en la agricultura, produciendo algodón, los ricos pallares y las deliciosas uvas. Pero, hizo algo más...
1.-Cuando los chilenos invadieron nuestro país durante la Guerra del Pacífico, de 1879 a1883, lideró la insurrección en defensa de la Patria, arengó de valor a los patriotas iqueños, y con sus propios recursos y armas improvisadas, se atrincheró con sus huestes en el cerro de Los Molinos – aproximadamente a 12 kilómetros hacia el norte de la ciudad de Ica - y ofreció una valerosa y épica resistencia a los invasores chilenos.
2.-Para las hordas invasoras el camino obligado hacia la sierra era a través de San José de los Molinos-no había otra alternativa-, un pacífico pueblo del valle iqueño, al borde del rio del mismo nombre, peldaño de una alta montaña que denota cercanía a la cadena andina. Nuestros enemigos no tenían otra disyuntiva, ni contaban con la astucia y resistencia organizada de la valerosa Catalina Buendía. Conocía el terreno como la palma de su mano, por eso arengaba de valor a los pocos hombres, ancianos, mujeres y niños que quedaban en el pueblo, que henchidos de un fervoroso sentido de patria, lograron constituir un maltrecho ejército débilmente apertrechado, donde la única fuerza que existía era una indeclinable fe en el triunfo. Y posesionados del único baluarte disponible: el cerro “Los Molinos” – desde donde podía dominarse la policromía de toda la campiña iqueña, aguardaban con energía y valor la aparición de la fuerte gendarmería enemiga, que ya anunciaba a las puertas del pueblo, el correo secreto de los campesinos iqueños.
3.-Todos sus paisanos trabajaban infatigablemente día y noche a las órdenes de Catalina Buendía de Pecho, sin dudas ni murmuraciones, la respetaban por ser una mujer de contextura alta, musculosa, aceitunada e imponente. Una recia morena, más hecha para las acciones varoniles y rudas que para las femeninas y domésticas. Descalza, sudorosa, con el pecho casi descubierto corría de un lugar a otro inyectando valor e instruyendo manejo de armas, comprobando, ayudando a esa gran tarea de defensa bélica, que tenía absorbido a su pueblo. Los hombres construían fortines, abrían zanjas, improvisaban catapultas y se distribuían puestos de combate. Las mujeres cargaban palos, herramientas, arena para la ruma de costales de la línea principal de resistencia y los niños llevaban en las LIMETAS de vientre ancho y cuello corto, la refrescante “chicha de jora” que calmaría la abrazadora sed del mediodía.
4.-En efecto, todo era un loquerío de ansiedad y angustia en el pecho de los molinenses. Parapetados, dispuestos a escribir una nueva y gloriosa historia de sangre. Es así que, el 20 de noviembre de 1883 antes que el sol coronase el cenit, las tremendas nubes de una inigualable polvareda nunca antes vista y el toque de guerra de una corneta precedieron la irrupción del ejercito rojiazul de los sureños. Su caballería venía a la vanguardia haciendo cabriolear sus briosos caballos, mientras la infantería y la artillería ligera seguían su camino en ordenada marcha. Solo la presencia de tan bien equipado destacamento -- y esto lo sabían los propios chilenos -- servía para atemorizar cualquier intento de rechazo u oposición del pueblo, menos a este pequeño contrafuerte, que servía de vigía y cuidaba el acceso al pueblo.
5.-Los invasores se ufanaban de su impresionismo militar y siempre arrollaban y forzaban a los campesinos del lugar a entregar la Plaza de Armas o a ser acribillados. Cuál no sería la sorpresa para el enemigo, cuando al penetrar a Los Molinos, los recibió una impresionante lluvia de piedras provenientes del cerro, una descarga brusca de la escopetería y el tumultuoso empuje de una masa afiebrada, descontroló por completo a la caballería que se desbocó furiosa tumbando a sus jinetes, pisoteándolos varias veces e impidiendo que los infantes y artilleros pudieran emplazarse convenientemente.
6.-Sobre este caos se abalanzaron los combatientes IQUEÑOS en un ataque suicida, rematando a machete, cuchillo, palo y un cuerpo a cuerpo a los invasores. Se produjeron innumerables bajas que los obligó a retroceder, para volver con más fuerza al ataque... Cuando esto acontecía, Catalina Buendía, que como leona luchaba contra el enemigo, tomó la bandera peruana y trepando hasta la cima del promontorio y ante el júbilo del pueblo grito: ¡NO PASARAN! ¡VIVA EL PERU!
7.-Después de este valeroso episodio de patriotismo, la historia reseña de una vil traición por parte de un avaro poblador del lugar de ascendencia china y de nombre CHANG JOO, quien se vendió ante los chilenos alcanzándoles subrepticiamente y protegido por la oscuridad de la noche, información sobre la EXACTA UBICACIÓN de los patriotas iqueños y la forma de llegar a ellos por la retaguardia por sorpresa. Hecho que se consumó, causando una sangrienta y dolorosa derrota para los nuestros a pesar del valor demostrado. Al verse ya perdidos apareció nítidamente la figura de Catalina Buendía tratando de evitar una mayor hecatombe, salió adelante, portando una bandera blanca que resaltaba en la mancha nocturna, gritó: ¡PAZ! ¡QUEREMOS PAZ HONROSA! ¡NO MÁS SANGRE!
8.-Entre la polvareda y las balas, se vio descender del altozano a UNA ROBUSTA FIGURA enfaldada portando la bandera neutral, que poco a poco fue identificándose mejor. Era una mujer, Catalina Buendía, que llegaba con el traje rasgado, los senos descubiertos y zangoloteantes, el rostro surcado de heridas y sudor. Ante la expectación de ambos bandos, que habían detenido ya el combate, llegó hasta el pie del monte y dirigiéndose al que supuso ser el jefe de la tropa enemiga, habló en tono claro y sentencioso: “Señor, mi pueblo ha comprendido que seguir resistiendo a vuestras armas es sacrificio inútil. Y aunque no teme a dicho sacrificio quiere pedirle una paz honrosa, que les asegure respeto a sus gentes. Así guardaremos con honor nuestras vidas y vosotros evitareis algunas perdidas. No olvides señor, que no hay enemigo chico”.
9.-De inmediato el jefe de las tropas chilenas, contestó:
“Sabia es, mujer, la decisión de tu pueblo... y aunque vuestra situación de vencidos no da derecho a condiciones, te probaré cuán nobles somos como vencedores. Di a tu pueblo que baje del Cerrillo en paz, que sus derechos les serán respetados”.
10.-A una señal de Catalina Buendía, confiados comenzaron a bajar de la cumbre todo ese castigado conjunto de valientes hombres, con las armas en alto y los cuerpos heridos y fueron congregándose a unos metros de la espalda de su emisario y frente al estado mayor del destacamento enemigo, depositaron sus armas en el suelo en prueba de sumisión. Cuando el último de ellos había dejado caer la suya, la voz del jefe chileno resonó dirigiéndose a sus hombres:
“Chilenos: la fuerza es el derecho de los pueblos, la muerte, a lo que los pueblos débiles tienen derecho... Enseñad a esta gente como debieron conquistar el suyo”.
11.-Apagada apenas su palabra, una ráfaga de balas barrió con los exhaustos cuerpos de los combatientes, que inermes ya, nada pudieron hacer por repeler el fuego. Concluido el ataque a mansalva, el comandante chileno volvió a dirigirse a la enviada diciéndole:
” Solo los emisarios de paz, tienen derecho a que se les respete la vida. Di si volvéis a tu cerro o te rendís incondicionalmente”. Catalina Buendía, disimulando el dolor que le había producido la asquerosa felonía, bajó los ojos aparentando acatamiento y resignadamente, contestó: “Señor, tu poder es grande y cierto, error de nuestro pueblo fue osar desafiarte. Reconocemos tu superioridad, tu valor y el valor de tu gente. Ello nos obliga a rendirte tributo y quiero que me permitas ofrecerte el mío”. El chileno contesto:” Habla, pero no olvides que una traición te costará la vida”.
12.-Catalina Buendía dice:
”Señor, ya te dije que tu poder me ha conmovido hondo, lo único que quiero es ofrecerte la “CHICHA DE LA VICTORIA", que preparé para mis hombres pensando en el triunfo. Pero el triunfo es vuestro, es de vuestra grandeza. Beba pues señor, nuestro humilde tributo, que bien te corresponde”. Y cogiendo entre sus manos una gorda limeta con la sagrada “chicha de jora”, Catalina avanzó hacia el adalid chileno y postrándose casi, se la ofreció reverente.
13.-Éste con astucia y desconfianza pero comprometido con los elogios y con los ojos de sus hombres que le acechaban, dijo temiendo que la bebida estuviese envenenada:
” Te agradezco el presente hermosa mujer, pero ya que me lo ofrecéis, deseo compartirlo contigo... Tú, BEBE PRIMERO la “Chicha de jora”, para acompañarte luego de tu generoso brindis”.
14.-Imperturbable y serena Catalina Buendía, cogió la “chicha de jora” --en verdad envenenada con las semillas de la FRUTA PIÑÓN-- y diciendo:
”Con vos señor, por vuestra gloria”, la apuró tranquilamente y secando el pico del objeto con sus manos la extendió al soldado. Convencido éste, que la chicha, a juzgar por la prueba, era buena, bebió también el fresco liquido y pasó el recipiente a otro de sus hombres. Cuando ya habían bebido muchos, uno de ellos señalando a su jefe alarmó:
" ¡El mayor se desploma! ¿Qué pasa? ¡Maldición! clamó otro ¡La chicha está envenenada!"
Y mientras otros acudían a auxiliar a su jefe, ya otros se doblegaban presos de convulsiones, cuando sonó una bala potente, certera, siniestra y Catalina Buendía que había resistido hasta ese instante de pie la cicuta mortal, rodó ensangrentada en el pedregoso suelo del lugar. Todavía, envenenada y baleada,... de los labios morenos y empolvados podía escucharse entre cuajarones de sangre una frase hecha credo que decía ¡NO PASARAN! ¡NO PASARAN!
VIDEO ILUSTRATIVO SOBRE LA HEROINA AFRO-PERUANA
CATALINA BUENDIA DE PECHO
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